
Poda y atado en la viña: el silencioso comienzo del vino
Cada copa de vino comienza mucho antes de la cosecha. Empieza en invierno y principios de primavera, con las tijeras de podar en la mano y los alambres de viña entre los dedos. Es entonces cuando tiene lugar una de las tareas más importantes (y a menudo invisibles) del año: podar y atar.
¿Por qué es tan importante?
La poda no consiste solo en cortar ramas. Es una práctica que define el crecimiento de la vid a lo largo de la temporada. Ayuda a equilibrar la cantidad de fruta que la planta puede madurar, regula su vigor y asegura una buena ventilación y exposición solar. Además, eliminar las partes viejas o enfermas mejora la salud general de la vid.
El atado, por otro lado, consiste en sujetar cuidadosamente los sarmientos (brotes del año anterior) a los alambres del enrejado. Esto garantiza que crezcan en la dirección deseada, evitando enredos, mejorando la ventilación y permitiendo que los racimos maduren uniformemente.
En regiones como Minnesota, donde el clima puede ser riguroso y las estaciones están bien definidas, la poda y el atado son esenciales para adaptar las vides a las condiciones. Por ejemplo, los productores suelen optar por sistemas de poda más baja o poda doble para evitar daños por las heladas tardías. El atado temprano ayuda a organizar mejor el crecimiento y proporciona protección natural contra el viento y el granizo.
Aunque no aparezca en la etiqueta, el trabajo de poda y atado tiene un impacto directo en la calidad del vino. Una vid bien equilibrada y guiada puede producir racimos más sanos, con mejor concentración de azúcar, acidez equilibrada y una expresión más auténtica del terroir.
Así que la próxima vez que disfrute de una copa de vino de Minnesota, recuerde que su historia comenzó mucho antes, con manos pacientes y cuidadosas, tijeras de podar en mano, bajo un cielo frío lleno de promesas.